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jueves, 14 de abril de 2022

 

NO TE RINDAS

Hoy no es un día triste, es otro día. Un día más para llenar de esperanza. Un día más para caer y volver a levantarse. Un día más para agradecer y disfrutar de lo que más te llene. Un día más para aprender y cambiar todo aquello que sea necesario, sin miedo, con decisión.

Ningún día es igual al otro, ni nosotros somos los mismos del día anterior ni seremos iguales mañana. Algo cambia, nada es “copia y pega”.

Me gustaría compartir, con su permiso, una pequeña historia de una mujer que la llevó a una gran victoria.

Cada uno de nosotros diariamente puede encontrarse en situaciones que necesiten de nuestro saber hacer, de nuestro coraje y por lo tanto de nuestra capacidad para resolver de la mejor manera.

La rendición no tiene lugar cuando luchas internamente para conseguir un estado emocional equilibrado. Y ¿Qué quiero decir con equilibrado? En este caso, conseguir propósitos que nos lleven a un lugar donde sentirnos plenos, en paz, satisfechos de nosotros mismos y nuestro entorno en la mayor medida.

Hace algún tiempo, más de dos décadas, conocí una historia bien de cerca.

Ella (nombre ficticio) casada, era consciente de que algo no cuadraba en su matrimonio. A pesar de tener esa sensación, su pareja comentó adquirir una vivienda y ella ilusionada, cedió pese a no disponer de más recurso económico que el de él. Decidieron apretarse el cinturón e iniciar un nuevo periodo en sus vidas. Al poco tiempo él, además, cambió el vehículo.

Pasados un par de meses, las cosas comenzaron a cambiar. Él pasaba la semana fuera trabajando. Regresaba los viernes con la ropa sucia de la semana y otros “aires”. Cada vez más distinto, más distante.

Ella decidió cuidar un niño. Suponía algo más de economía y tener la semana ocupada por lo tanto, pensar menos.

A lo largo de seis meses, se fue dando cuenta de que había cosas que no cuadraban. Cada vez estaban peor económicamente y ni que decir de su relación que se alejaba y mucho de cómo había sido hasta hacía pocos meses.

Recuerdo estar presente en una reunión de amigos donde él se “faltó” de una manera tan clara y descarada que provocó el espasmo de alguno de los presentes.

Por septiembre, Ella había encontrado otro empleo. Estaba trabajando en una casa, la adoraban y a Ella le permitía un poco más de solvencia económica además del gran apoyo emocional que recibía.

A principios de diciembre de ese mismo año, mantenían una conversación en la cual acordaban, una vez pasadas las navidades, solicitar el divorcio.

Dos días antes de fin de año, tuvo que ingresar en el hospital, una neumonía que la llevó al borde de… Su estado, según le contaron pasado un tiempo, fue preocupante, de hecho, llegó a contarle una de sus amigas que la atendió en el hospital que le “faltó muy poco para no salir”. Mientras tanto, su futuro ex, vaciando la casa.

Cuando le pidió el divorcio no se rindió, creyó que aún podría recuperar su matrimonio. El tiempo demostró que era Ella la única que lo pensaba mientras su ex jugaba a la posibilidad de reconciliación.

Mientras estuvo en el hospital, tomó la decisión de que lo primero era ella, su recuperación y la manera de decirlo a sus padres y de cómo lo tomarían. Priorizando.

Sentimientos como: desechada, menospreciada, insultada, engañada vamos abatida psicológicamente y físicamente. Con todo y eso, se recuerda sentada en la cama con una sensación de, “hoy es esto, ahora lo que importa en ganar esta batalla”.

Quince días más tarde dice recordar el momento en que volvió a su casa, con dieciocho kilos menos. Una casa vacía. En la habitación una cama, en el salón un sofá y una tele pequeña, en la salita una mesa y dos butacas. El microondas había desaparecido. Se sintió mermada, muy poquita cosa (su considerable pérdida de peso lo acentuaba, no llegaba a los cuarenta y seis kilos).

Recuerda que decidió tomar un baño y allí mismo, junto a la bañera, frente al espejo se observó. ¡Soy todo hueso!, se dijo. Una vez dentro de la bañera, tuvo que colocar en el fondo una toalla para aliviar el dolor que le producía estar sentada en la misma.

Recuerda sentirse bien aunque un poco perdida. Tocaba recuperar algo de peso y no podía volver al trabajo en al menos una semana más.

En casa, sola, sin dinero, con hipoteca. Vacía por dentro se sentó en el sofá, dormía en el sofá, casi no comía, no salía de casa ni a tomar el sol. Algo no funciona, se dijo. Llorando desesperada por su situación. Comenzaba a no tener esperanza. Le daba exactamente igual lo que ocurriera.

Tres días. Tres días estuvo a moco tendido. Hasta ese momento no había llorado, ni una lágrima. Hasta ese mismo momento no había tenido otra sensación más, había tocado fondo.

Al tercer día, no recuerda ni cómo ni por qué, se sentó y sintió algo así como un empujón. Comenzó a sentirse serena, relajada. En ese momento, justo en ese momento, se dijo “Levántate y ponte en marcha, esto es lo que hay, pero yo no me voy a rendir. Arréglate y a la calle”.

Subió al autobús camino al trabajo y cuenta que comenzó a sonar una canción que, más tarde, adoptaría como himno “Solo se vive una vez” de Azúcar Moreno.

Durante el trayecto comenzó a darse cuenta de sensaciones que la hacían sentir viva. Olores, colores, sentimientos de esperanza. Se dejó llevar durante el trayecto agradeciendo todo aquello que veía, que sentía, que olía y oía. Se hizo consciente del aquí y ahora y se relajó disfrutando del momento. “Sigo aquí y tengo una nueva oportunidad”, se dijo.

Me contó que, pasado algún tiempo, “sobre un año o un poco más” volvía de comprar y encontró a su ex al lado de casa. La estaba esperando y quiso que entraran en casa para hablar. Le contestó que no, que la calle era un buen sitio. Allí mismo soltó las bolsas, se sentó en el bordillo y fue entonces cuando él le preguntó si servía de algo que le pidiera perdón, quería volver. Ella guardo silencio. Buscaba en su interior. No tardó mucho en contestar: "Francamente, ni te digo que sí ni te digo que no, me da lo mismo. Si te digo que sí tanto si te digo que no, es que todavía me importa y me da exactamente igual. No me importa. Es más, te voy a agradecer la oportunidad que me has dado de poder vivir de nuevo mi vida”

Sintió calma, seguridad. Sintió que había soltado un lastre. Sintió libertad. Sin pena. Se sintió grande y libre.

Tuve la oportunidad de ser parte de ese proceso de cambio y creo que rendición no se encontraba entre sus planes.

Asumir que hay realidades que no están bajo nuestro control pero otras sí, y esa es nuestra responsabilidad.

Aceptar la situación en lugar de presentar oposición es una de las claves para avanzar. Ella optó por aceptar la situación, en todo su contexto, con los sentimientos y emociones que le producía. Ella acepto para serenar su alma y su cuerpo y ello le dio la suficiente tranquilidad para comenzar a identificar su estado actual y poder de esta manera crear el estado deseado. Era consciente de dónde y en qué situación estaba y de esta manera fue mucho más sencillo trazar el camino hacia donde quería estar, lo que quería conseguir.

Pasados dos años, Ella consiguió un buen trabajo, temporal sí. Y luego otro más estable que le permitió alcanzar el reconocimiento que debía tener, ese estatus económico que deseaba.

Hoy es una mujer libre, casada con hijos pero libre. Es y está en el lugar que siente es el suyo.

Nada es perfecto y todo es perfecto a la vez.

Y tú, ¿Estás dónde quieres estar? ¿Eres quién quieres ser? ¿Has luchado y conseguido tus metas?

En este camino hay piedras grandes y piedras pequeñas para que tú decidas si las saltas, las mueves o simplemente te quedas ahí, estancado sin tomar ninguna decisión.

¡No te rindas! Ella no se rindió.

lunes, 20 de julio de 2020


¿Quién tiene el control de mis emociones?

¡Reacciona y recupera el poder!


No puedes dejar de pensar en esa sensación que te intimida, te amedrenta, te anula. En una lucha interna comienzas a desbloquear tu mente, a pensar que es lo que te frena, qué no te deja avanzar.

Es como haber perdido el camino y en medio de una encrucijada, ahí estás, sentado y abatido.
"Quiero pero no puedo, me da miedo hasta pensar." 

Me dejo llevar por la incertidumbre.    

Sientes como vuelve el "aquí ahora". La situación comienza a cambiar. Aun así no avanzas. Parado, bloqueado, limitado por "algo" que no entiendes, que no controlas.

Nuestra mente conserva y reacciona en ocasiones con "bloqueohuida defensa". 

Nos miente desde el "registro", esas experiencias anteriores que nos llevan desde el llanto profundo hasta la risa más boba e incontrolada. 

Nuestra mente nos manipula desde la emoción, el miedo, la ira,... Nos arrincona en el lugar donde nos quiere tener y es difícil escapar. Nos hace creer que todo lo que sentimos y pensamos es verdadero. Nos engaña y provoca indecisióntemorbloqueo, más y más. Nuestra autoestima decae a niveles nunca vistos. 

Tenemos el poder de manejar las emociones, de decidir cómo nos afectan. Tenemos el poder de vivir sin el bloqueo que nos anula y que nos hace sentir como marionetas en un viaje tras otro, como en una montaña rusa de intentos descontrolados y falsas sensaciones de control.

Tenemos los recursos solo que olvidamos usarlos. 

¿Te gustaría recuperar el control? ¿A qué te estás resistiendo? ¿Qué te impide conseguirlo?

¡Reacciona y recupera el poder!










viernes, 12 de junio de 2020




 



Recordar con emoción en los ojos y superación en los labios

¿QUIÉN NO SE ENTRISTECE CON UN RECUERDO?

En más ocasiones de las que nos damos cuenta, cuando vuelve a nosotros un recuerdo, el recuerdo del que en algún momento fue parte de nuestra vida nos produce dolor. Quizá no el dolor del día en que se fue, pero si el dolor de la añoranza, del sentimiento de ese vació que nos dejó. Un vació difícil de llenar y en algunos casos difícil de soportar.  Hay momentos que nos gustaría cambiar, o quizá, olvidar. 

Seguimos caminando por el gran trecho que nos queda por vivir sin poder coger de la mano a aquellos que se fueron. No vemos su sombra junto a la nuestra en el camino.

No hay nada que llene ese vacío. No hay otros que puedan estar en ese mismo lugar. 

Cada uno de nosotros tiene un lugar especial en el recuerdo de otro. 

Hace tiempo, no mucho sinceramente, todos los días recordaba de una forma muy amarga a las personas que me dieron la vida. Que compartieron su camino cogiéndome de la mano, hasta que un día la soltaron y no quedó de ellos ni la sombra junto a mí. 

Por más que yo quisiera proyectar sus sombras, no lo conseguía y cada día me entristecía más y más. Por más que lo intentaba no conseguía ver esas sombras y a todo esto, mientras tanto, yo ya tenía una mano ocupada, ya era la sombra de alguien que confiaba en mí.

¿Por qué escoger ese estado de frustración, amargura y tristeza?
Quizá pienses "que triste, ¿por qué nos cuentas esto?"
No, no lo es, por lo menos para mí. 

Llegó un punto en que me di cuenta que, de este modo, no podía seguir. Si, añoraba mucho lo que había tenido. Añoraba sus comentarios, su complicidad, su educación, su objetividad, su respeto, su amor y otros tantos valores. 
No podía seguir sumida en la tristeza. 
Me di cuenta que no había marcha atrás. Que ese etapa de mi vida quedó, pero solo en mi recuerdo, en parte de lo que soy.
Fui consciente del camino que me quedaba por recorrer y acepté el proceso de la vida. 
Por mí, por esa personita que me tenía cogida de la mano. Esa mano que quedó libre y fue tomada por la VIDA con tan solo cinco deditos.

Reaccioné y sin dejar de quererles, puede que en ocasiones el recuerdo ponga una lágrima en mis ojos pero hoy ya la acompaña una tímida sonrisa. 
Esa sonrisa que indica que, aunque les añore, me llena el haberles conocido y todo lo que hemos pasado juntos.

¡VIVE!, los días pasan!

Aprovecha y disfruta día a día de aquellas manos que tienes unidas y tendidas y comparte tu sombra. Camina junto a ellos para que en un futuro esbocen una sonrisa plena con tu recuerdo.

Y aunque la pena nos embargue, aunque miremos a ambos lados y ... tenemos la obligación de seguir adelante. Seguir adelante para seguir caminando cogiendo la mano a otros. Seguir adelante para que nuestra sombra camine junto a la de otros. 

jueves, 26 de diciembre de 2019

Gestionar emociones, la ira

Gestionar emociones, la ira

Es muy importante saber reconocer y gestionar emociones, nos facilita nuestra propia comunicación interna y la que realizamos con los demás.
En ocasiones nos dejamos arrastrar por esas situaciones que nos hacen perder el control. Quizás no sea tu caso. Un buen ejemplo sería ir conduciendo y que nos realicen una "faena". Nuestra primera reacción es, soltar nuestra ira con el claxon, las luces y una cantidad de "flores verbales" sin contención. El causante de la faena ni se inmuta y nosotros acabamos con una gran angustia que repercute en nuestro metabolismo. 
Si bien es cierto que no es fácil gestionar este tipo de emociones, decir que nos haríamos un favor inmenso al conseguir que fuesen menos intensas. Por nuestro propio bien físico y sobre todo emocional.
En este caso, utilizado como ejemplo, lo que aflora es la ira. 
Un dato. Cada una de nuestras emociones nos afecta a un órgano. 
La alegría está relacionada con el corazón y el intestino delgado
La rabia y la ira con el hígado y la vesícula.
La obsesión con el bazo y el estómago.
La tristeza con el pulmón y el intestino grueso.
El miedo con el riñón y la vejiga.
Como vemos, algunas emociones producen efectos negativos. Cierto, resulta muy difícil el control, pero un pequeño intento te llevará a descubrir que quizás se puede, o por lo menos a rebajar la intensidad por el bien de ambas partes. Recuerda que tú te alteras y quizás el otro ni se inmuta.
Una vez hayas descubierto que ese "pequeño gesto" te hace sentir diferente, lo siguiente entra en cadena. Te llevará a probar de nuevo, lo crearas, lo fijarás y lo seguirás aplicando tantas veces como sea conveniente. Además te reforzará y querrás seguir provocando el cambio de tal manera que lo aplicarás en otras emociones negativas. 
"Siembra una idea y cosecharás un deseo;
siembra un deseo y cosecharás una acción;
siembra una acción y cosecharás un hábito;
siembra un hábito y cosecharás un carácter;
siembra un carácter y cosecharás un destino "

William James

Recuerda que solo si tú lo decides se realiza el cambio. Buen camino.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

El camino

Solo tú decides caminar y el camino. Somos responsables de nuestras acciones, de nuestros pensamientos, de nuestras elecciones. Hay momentos en los que nos encontramos algo perdidos o dudamos de qué camino elegir. Nos quedamos en "la parálisis del análisis". Bloqueados nos cuestionamos porqué no somos capaces de tomar una decisión y ahí estamos, parados y atascados en un momento que permitimos se lleve algo muy valioso, nuestro tiempo, además de entrar en esa espiral de miedo, bloqueo y frustración. Nos puede más el temor de sentir que hemos fracasado que el coraje para seguir hacia delante.
Veamos. Ya hemos reconocido cuál es el inconveniente, ahora toca tomar una determinación. 
¿Que hacemos? ¿Avanzamos? La determinación de "Yo y mis miedos nos vamos a ..." 
Si nos cuesta o se alarga en el tiempo, quizás deberías probar el coaching