DESAPEGO
POR AMOR
En
el transcurso de una conversación, una amiga comentaba lo agradecida que estaba
por haber decidido practicar el desapego.
Hacía
alusión a lo que inicialmente esperaba y en qué manera le afectaba pertenecer a
un grupo en el cual había puesto muchas ilusiones y, trataba de describir lo
que sentía tras comprobar que, pasado un tiempo, las perspectivas no coincidían
con la realidad que percibía.
La
necesidad de apego emocional venía en cierto modo “impuesta” ya que la
pertenencia a dicho grupo estaba condicionada a un fin común.
Comenzó
a darse cuenta de que el apego no era sano, que le producía desasosiego. Se
sentía perturbada por algunas de las acciones y sobre todo por comentarios de
varios componentes del grupo.
Emocionalmente
se sentía frustrada. La diferencia entre lo que esperaba y lo que realmente
sentía, “era frustrante” repetía.
Reiteraba:
“decidí practicar el desapego” y con una sonrisa reafirmaba “no sabes lo que me
alegra haber tomado la decisión de practicar el desapego”
El
desapego es un acto de amor propio donde soltamos todo aquello que nos produce
dolor. Es liberarnos de esas ataduras que nos producen miedo, que nos complican
la existencia impidiendo vivir el aquí y ahora.
El
desapego es ganar en salud.
Nos
ayuda a ser conscientes de lo que tenemos, de lo que somos y poder vivir sin
ese miedo a la pérdida y el sufrimiento.
Nos
abre la puerta a realizarnos sin duda al éxito o el fracaso.
Soltar
todo aquello que no te proporciona bienestar es un acto de amor.
Saber
reconocer qué y por qué nos aferramos, nos atamos a objetos o estados
emocionales y soltar, es un acto de valentía.
Hay
que tener coraje y la mente abierta para reconocer qué es y de qué manera nos
afecta.
En
qué grado nos “ata” y cuáles son las consecuencias.
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